Sabemos que la decisión de llevar a un bebé a una guardería, dejar de trabajar para atenderlo en casa o pedir el apoyo de abuelos u otro familiar para que lo cuide mientras no estamos, depende de la situación y el estilo de crianza de cada familia.
Sin embargo, la realidad es que, llegado el momento, todos nuestros niños iniciarán su etapa escolar y comenzarán a cambiar su rutina para adaptarse a un mundo que se abre ante ellos, lleno de nuevas experiencias y también de nuevas personas en su entorno.
Pensando en los niños que son criados exclusivamente en casa por mamá, papá o abuelos, es decir, que no van a una guardería, algunos centros de estimulación temprana y jardines de niños han desarrollado los llamados “talleres de desapego”, cuya finalidad es que los pequeños comiencen a tener la experiencia de salir de casa y pasar unas horas del día en un ambiente diferente, rodeados de nuevas personas y conviviendo con otros niños. De esta manera, los van preparando para que cuando comiencen a asistir al kínder, la experiencia sea más grata para ellos y sientan menos temor y estrés por tener que separarse de mamá o de sus cuidadores y por dejar su hogar para estar en un lugar que inicialmente les es ajeno y lleno de extraños.
Casi todos los talleres de desapego inician con un periodo de adaptación, logrando que al final el pequeño asista durante tres horas diarias, lapso en el que estará al cuidado de personal experto mientras realiza actividades adecuadas para su edad, rodeado de niños que pueden con el tiempo convertirse en sus primeros amigos.
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Aunque los talleres de desapego están pensados para los niños, también son un buen ejercicio para quienes los han cuidado, sobre todo para mamá, pues le ayudan a asimilar que su bebé está creciendo, que poco a poco depende menos de ella y que comienza a tener actividades propias. Así, mamá también inicia una nueva etapa para ella misma, como mujer, como compañera y como madre.
Como todo nuevo proceso, si se toma la decisión de inscribir al niño en un taller de desapego, es indispensable platicar antes con él, explicarle lo que va a suceder, lo que va a aprender y cuánto va a disfrutar de la experiencia, sin forzarlo y dando tiempo a que se adapte a este cambio.
Finalmente, este taller es sólo una opción. No hay prisas, ya que el mejor momento para que ocurra esta primera separación física entre mamá y bebé es cuando los dos se sientan listos para ello, siguiendo su propio ritmo.
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