Foto original de Pia Soto. Todos los derechos reservados.
Cuando Emma cumplió 1 año, junto con algunas mamás amigas, creamos un kínder rodante. ¿De qué se trata? Es un grupo pequeño, de seis amiguitos de la misma edad, que se juntan a jugar y aprender cada día en una casa distinta. Todo esto lo hacen bajo la coordinación de una “miss” y una asistente. Los beneficios: ¡muchos! Uno de ellos es que los peques se sienten contenidos al estar en un lugar conocido por ellos; además no se enferman tanto como en una guardería.
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El día que lo iniciamos, fue una mezcla de emociones enfrentadas, tanto para los bebés como para nosotras, las mamás, que los esperábamos en el “living”. Mientras los peques conocían de qué se trataba esta nueva dinámica, nosotras estabámos expectantes. Por mi parte, estaba súper ilusionada, pero también con ansias e incertidumbre por cómo saldría el “experimento”. Entretanto, espiaba como Emma jugaba y se relacionaba. Ella se fue feliz y sin una lagrimita. ¡Me invadió una gran alegría, pero también una pena enorme por verla tan grande! “¡Ya no es una bebita!”, pensé. Pasé una hora y media al pendiente y ella, ¡cero interés en que terminara su jornada de juego!
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La etapa de adaptación pasó exitosamente para todas las familias. Finalmente, el kínder “rodante” dejó de serlo, y empezó a llevarse a cabo siempre en mi casa. Desde la mitad de este año, de lunes a viernes, Emma recibe a sus amigos después de su desayuno. Pasan tres horas cargadas de juegos, risas y canciones en un ambiente cálido y divertido. En ese tiempo, nosotras las mamás, aprovechamos para hacer pendientes, como por ejemplo escribir este post, sabiendo que ellos están cuidados y tienen su espacio.
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No se pueden imaginar la cara de Emma al ver llegar a Miss Isabel y a sus amigos cada mañana… ¡felicidad total! Por supuesto, compartida. ¿Qué mejor sensación que ver a tu hija sonriente y con tanto entusiasmo?
Les comparto que la imagen de esta artículo, es una foto de los primeros días de kínder, ¡no puedo creer lo pequeña que se ve Emma!
¡Ojalá se animen a armar sus grupos de juego!
Con amor, Mamá Pia
