Existe una gran diferencia entre darle a tu bebé cariño y toneladas de demostraciones de amor, y limitar lo que puede o no hacer por tus propios miedos, inseguridades y tu necesidad de control. El primer escenario es el de un padre o madre que goza de mimar a su hijo, mientras que el segundo es de uno que lo sobreprotege para que no se enfrente a “malas experiencias”.
Para conocer las consecuencias de la sobreprotección, da clic aquí.
Los padres mimadores dan seguridad, soporte y estructura. Nadie sufre por recibir mucho amor, no existe el exceso de amor. En cambio, los padres sobreprotectores tratan de mantener todo “bajo control”, transmitiendo miedos e inseguridades a sus hijos. El problema con la sobreprotección es que lleva a la dependencia, inseguridad, limitación, enojo y frustración. A diferencia del exceso de amor, proteger en exceso a tu hijo limita su desarrollo.
Para evitar pertenecer al grupo de padres sobreprotectores, solo mira y escucha a tu hijo con el corazón abierto para saber qué necesita. Descubrirás que está perfectamente preparado para la vida. Confía en él, te lo va agradecer siempre, pues le estás enseñando a confiar en si mismo.
¡Ábrele puertas para que pueda salir a volar solo, no le cortes las alas!