El ejercicio físico practicado con regularidad durante la gestación tiene beneficios para la madre y para el bebé. Sin embargo, éstos son algunos cambios en tu cuerpo que pueden afectar tu capacidad para realizar actividad física durante el embarazo.
4 cambios en tu cuerpo que debes tomar en cuenta
1. Aumento de peso. Al aumentar de peso, incrementa la fuerza que se aplica en tus articulaciones, como la cadera y las rodillas, por lo que éstas se pueden lastimar si realizas ejercicios de alto impacto (por ejemplo, correr). Esta misma ganancia de peso es la que hace que casi el 50% de las mujeres embarazadas tengan dolor en la espalda baja.
2. Nivel de hormonas. Aumenta la laxitud de los ligamentos debido al incremento en los niveles de hormonas, como el estrógeno y la relaxina. Esto puede provocar un sobre-estiramiento de ligamentos y tendones. Si no realizas una adecuada rutina de ejercicio bajo supervisión, podrías sufrir un esguince.
3. Oxigenación. Existe un aumento de entre 10 y 20% del consumo de oxígeno durante el embarazo. Conforme crece el volumen de tu panza, los pulmones tienen menos espacio para expandirse, por lo que cuesta más trabajo respirar, y más aún durante el ejercicio aeróbico. Si eres una mujer atleta, no vas a percibir tanto este cambio y podrás continuar con tu actividad física sin problema.
En el siguiente artículo te damos una lista con los ejercicios que debes evitar durante el embarazo.
4. Temperatura corporal. Durante el ejercicio, es normal que aumente nuestra temperatura hasta casi 1.5°C, regulándose este incremento con el sudor. Durante el embarazo, este incremento también se da, así como la sudoración para controlar la temperatura. Es importante que sepas que si sudamos, tenemos que reponer el agua perdida, ya que si no lo hacemos, no podremos regular la temperatura y ésta continuará elevándose. Si sucede esto, tu bebé en los primeros meses de vida puede desarrollarse mal y tener malformaciones. Es importante ejercitarse en un lugar con adecuada ventilación y tomar suficiente agua. El beber agua también ayuda al control de la sangre, ya que tu suero requiere de más volumen de sangre durante el embarazo.
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