Generalmente el “tiempo fuera” es utilizado como un castigo y no con el fin para el que realmente se creó este concepto. Este objetivo era enseñar a los niños el cómo poder controlarse y solamente utilizarlo bajo esta situación y no para otras. Cuando es usado como un tipo de castigo, el niño no estará adquiriendo algún aprendizaje y en vez estará recibiendo un mensaje incorrecto. Debemos evitar usar el “tiempo fuera” como una manera en que el adulto busca controlar al niño, provocando en el cuidador una sensación de satisfacción o venganza por lo que el niño hizo.
¿Qué es el “tiempo fuera”?
El “tiempo fuera” fue diseñado para ser usado efectivamente sólo cuando el niño está fuera de control y debe ser apartado de la situación, para que de esta manera pueda tener autocontrol y encontrar la calma. Al estar fuera de control, pareciera que hay una descarga emocional pasando por el niño. Seguramente se está enojando y es incapaz de comprender el impacto de este comportamiento en las personas que se encuentran a su alrededor, o no entiende la instrucción que su mamá o papá le están dando. En el estado de descontrol puede ser capaz de hacerse daño a si mismo o a alguien más. Al estar en un espacio de “tiempo fuera”, el niño puede tener un descanso de la situación y una oportunidad de calmarse emocionalmente. Una vez que haya ganado cierta compostura, podrá regresar a la actividad o al espacio en el que se encontraba.
¿Dónde puede aplicarse el “tiempo fuera”?
El lugar para el “tiempo fuera” no debe ser una esquina o una silla, sino un espacio predeterminado que el adulto y el niño deben crear juntos. Para mejores resultados, el espacio del “tiempo fuera” debe ser especial, un lugar reservado en la casa que siempre estará ahí para el niño, al que pueda acudir cuando haya un momento de quiebre emocional. Inclusive se sugiere que se le dé otro nombre para poder evitar cualquier significado negativo asociado al término “tiempo fuera”. Hay que permitir al niño elegir el lugar, un juguete especial o algún objeto con el que quiera tener contacto.
Una vez que el lugar fue creado por ambos, el adulto debe tener el rol de ayudar al niño a aprender cómo asociar las emociones con el proceso de ir a este lugar especial. Este modelo debe ser repetido constantemente y sólo cuando el niño tenga apertura para aprender y una actitud positiva. El adulto puede participar al enseñarle al niño su propio rol, para mostrarle cómo la conducta es observada. Así, cuando realmente se dé la situación real con la emoción fuera de control, el niño podrá ser guiado al lugar especial de una manera amorosa y silenciosa. El adulto podrá decirle que parece que necesita ir al lugar especial, pero deberá estar en silencio después de eso. En un inicio, el niño podrá ser cargado al lugar especial. El adulto lo deberá hacer en una manera de amor incondicional. Si se hace de forma correcta y constante por el adulto cada vez, el niño eventualmente aprenderá a identificar la llegada de una emoción y dirigirse solo al lugar especial. Cada niño es diferente y podrá haber muchos imprevistos antes de que pueda aprender a dirigirse por él mismo al lugar especial.
¿Qué es lo que quieres enseñar?
El uso de este método de “tiempo fuera” tiene como resultado que el niño se haga responsable del control de sus emociones y no sea alguien más. Imaginen el caso contrario, en el que los cuidadores les transmiten a sus hijos el mensaje de que ellos son los responsables de controlar sus emociones.
Se les debe enseñar a nuestros hijos que pueden salir del lugar especial cuando ellos mismos se sientan listos para hacerlo. Es cierto que un adulto puede determinar si el niño está listo para regresar al área de juego, pero la meta principal es enseñarle a identificar cuándo regresar a la situación inicial. Todo este ejercicio es con la finalidad de que el niño pueda aprender a controlar sus emociones sin que un el control sea impuesto por otra persona. Igualmente hay que modelarles. Un padre que desea un aprendizaje satisfactorio para su hijo deberá enseñarle al pequeño a saber cuándo ir al “tiempo fuera”, y ello se lo tiene que demostrar uno mismo por medio de un ejemplo. La mayoría del tiempo es el padre el que necesita el “tiempo fuera”, y no así el hijo.
Por: Mtra. Karla Conss Michel