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“¡Qué emoción, va a ser niña! ¡Voy a decorar todo color rosa y a comprarle moñitos y falditas rosas!” o “¡Es niño! Vamos a pintar de azul su cuarto. Mamá, ¿le tejes por favor una cobija azul, ni modo que use la rosa de su hermana?”.
Culturalmente existen una serie de expectativas en torno al sexo del bebé. Estudios muestran que si se entra con un muñeco cubierto de azul al cuarto del hospital previo a que nazca su bebé y se les pregunta a los futuros padres y a su familia cómo esperan que sea ese bebé, la respuesta es muy diferente que si se entra con un muñeco cubierto de rosa. Por ejemplo:
- Azul: “Va a ser muy fuerte”, “será guapo e inteligente”, “va a ser ingeniero”.
- Rosa: “Va a ser taaan bonita”, “qué dulce y cariñosa será”, “seguro va a cocinar delicioso”.
¿Se imaginan la influencia tan fuerte que tienen este tipo de expectativas sobre la forma en la que se educa a cada uno? ¿Se imaginan lo dañino (tanto para los padres como para el bebé) que puede ser educar con base en expectativas de género y no con base en cómo es la persona, sus gustos, sus deseos, sus necesidades?
Es como colgarle un letrero a alguien y presionarlo a cumplir lo que dice el letrero. O puesto de otra manera, es como educar con base a lo que un grupo social espera, más que con base a cómo es ese niño o esa niña. ¿Qué tal si se le dan las matemáticas a la niña y la cocina al niño? ¿Los vas a forzar a revertir esos intereses por presiones sociales?
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¿Sabías que? Existe una cercana relación entre la violencia hacia las mujeres y creencias relacionadas con expectativas de género tipo: “Es normal que el hombre sea violento”, ó “esa es la cruz que le toca cargar a la mujer”.
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