A todas las mamás nos ha pasado, y a mí me pasa prácticamente a diario cuando bajamos con mis vecinas a jugar al jardín, que la plática se la llevan nuestros hijos. Que si mi hijo ya come solito, que si al de mi amiga le salieron ya los dientes, que si el mío ya camina, o que si el suyo todavía no duerme la noche completa. Asimismo, de manera regular leo cosas parecidas en los foros de Internet o en los comentarios de blogs y Facebook.
Mi percepción es que el primer año parece competencia de “carreritas” y las mamás nos deshacemos por ver qué niño llega primero a hacer algo. Las mamás orgullosas presumimos “logros” que en ocasiones son antinaturales y hasta peligrosos, como darles sólidos antes de los seis meses, hacerlos que se sienten a los tres, o caminar cuando todavía no pueden. Porque claro, ¡tooodas tenemos al bebé más inteligente, sano, fuerte y hermoso del mundo! Nuestro bebé siempre debe ser el primero en todo y el mejor.
La realidad es que esto es falso, y cada niño tiene un ritmo de desarrollo propio (dentro de lo que se considera “normal” por la pediatría). Por lo tanto, no deberíamos comparar a nuestro hijos con los hijos de otras personas. A mi bebé, por ejemplo, no le salió el primer diente sino hasta los casi once meses; tampoco gateó “pronto” sino que lo hizo hasta bien entrados los nueve. Eso sí, caminó a los diez meses y medio y por eso ahora que tiene poco más de un año, hasta corre y tiene un gran control motriz ¿Y eso qué? Nada. No lo presumo e intento no compararlo, ni juzgar a los demás. ¡Eso no reduce lo orgullosa que estoy de él!
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Me parece fundamental tener cuidado con nuestras propias expectativas como mamás. Debemos tener claro que forzarlos a hacer cosas que no pueden, es hasta cierto punto comprometedor con su desarrollo. Por eso, creo que más que esperar que lleguen a cumplir logros para presumirlos, es importante acompañarlos en su desarrollo de manera respetuosa. Te recomiendo no entrar en pánico, así como informarte y estar al pendiente de cualquier retraso que creas real. Recuerda que un diagnóstico certero únicamente te lo podrá dar el pediatra, así que no hagas caso a las bienintencionadas abuelas, ni a los tíos, ni a las amigas cuando te digan “Tu niño debe tener algo mal, es muy raro que no diga ni una sola palabra”.
¡Disfruta y siéntete orgullosa de todos los logros “naturales” de tu bebé!