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Mi fórmula para el colecho

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Practicar el colecho ha marcado positivamente estos 22 meses de maternidad. Pero, antes que nada, ¿qué es “colecho”? El colecho es dormir con tu bebé. Puede ser en la misma cama o en una cuna especialmente diseñada para sujetarse a la cama de los papás. Desde que Emma nació, incluso en el hospital, dormimos una encima de la otra. Imposible olvidarme de los primeros días juntos: con Leo, nos mirábamos y no podíamos creer ser tres en la cama. Literalmente la tenía (de pies a cabeza) sobre mi pecho. Era tan lindo y me daba tanta tranquilidad sentir su respiración, poder acariciarla mientras dormía o simplemente contemplarla las 24 horas del día.

La decisión de que así sea fue platicada y analizada con Leo, por lo que antes del nacimiento de Emma teníamos en claro todas las medidas de seguridad para un colecho responsable. Nunca vimos como posibilidad dejarla llorar sola en su cuna, aunque eso conllevara muchos sacrificios de nuestra parte. Sus siestas, desde que nació, son en su cuna, en su cuarto. Desde un principio nos pareció importante que ella sienta que ése es su lugar. Allí siempre le cambio sus pañales, nos preparamos para empezar el día, pasamos tiempo jugando o leyendo cuentos.

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El colecho ha sido mi aliado durante la lactancia. ¡Sobre todo en la etapa de adicción! No sé cuántas tomas hacíamos. En la mayoría no llegaba a despertarse del todo, aunque no voy a pasar por alto que tuvimos algunas semanas demoledoras aun estando una al lado de la otra. Como suele pasarnos a las mamás primerizas, Emma sólo se dormía en mi pecho. Esto es algo que me prometo intentar modificar con mi segundo bebé.

Terminada la etapa de la lactancia, llegaron las primeras noches de desvelo por mocos, tos o gripe. Asimismo, por las muelas, los terrores nocturnos, la ansiedad de separación, etc., etc. ¡Siempre hay algo! Y nuevamente tenerla cerca me da alivio. Es una tranquilidad que esté a mi lado, poder abrazarla o simplemente extenderle mi mano para que sepa que estoy al pendiente.

A sólo unos días de que Emma cumpla 22 meses, las noches cada vez son más placenteras, sólo con uno o dos despertares para tomar agua o encontrar su chupón. Todavía no estamos en la instancia en la que se acuesta y se duerme sola. Sé que no falta mucho. Por ahora, la rutina es acostarme a su lado, mientras toma su leche, y darle mi mano para que me acaricie. Últimamente, antes de cerrar sus ojos, se voltea y me da un beso con ruido acompañado de un abrazo… ¡y ahí me derrito! A partir de hoy, le comenzaré a leer un cuento, como lo hacía mi abuela, para convertir ese momento en algo más cálido aún.

He aprendido mucho de mis errores y ella también me ha enseñado un montón. Lo que más destaco es que todo tiene su tiempo y su momento. No vale de nada imponer o forzar (y menos en esas noches en las que perdemos la paciencia). Para ella es importante que respete su ritmo.

Cada niño (y me atrevo a decir, cada familia) es un mundo, y todos merecen respeto. Para algunas mamás, la rutina del sueño es muy sencilla, sin muchas vueltas. Y para otras tantas, es un subibaja. Pero tenemos algo en común por seguro: todas queremos lo mejor para nuestros hijos. Pienso que la maternidad está llena de opciones y que cada una va escogiendo la que más le parece y la que más se acomoda a su realidad. A cada paso, todas buscamos nuestra propia fórmula.

Con cariño,

Mamá Pia

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Descubriendo la Maternidad es inspiración y energía, un espacio donde encuentras pequeñas dosis de positivismo en las cosas de la vida cotidiana.

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