En mi familia siempre ha habido un profundo amor por los animales. Mis hermanos y yo crecimos y vivimos con perros, principalmente, aunque también hubo algunos gatos, peces, tortugas y gallinas. Ahora, mi hijo también crece con una perrita adorable que se llama Naima; de hecho, de las pocas palabras que Martín dice son “Naina” y “sit”. Lo que deja en claro que la presencia del perro y la interacción entre ambos han sido importantes.
Hay mucha literatura al respecto de las bondades de que los pequeñitos crezcan con mascotas, que van desde la generación de anticuerpos, hasta el desarrollo de sentimientos de amor y respeto hacia todos los seres vivos. Y esto es fundamental.
Soy partidaria de tener gatos, perros, cerditos, caballos, gallinas o conejos si se tiene el espacio. Animales de ese tipo, que son más domésticos. Estoy absolutamente en contra de comprar o conseguir animales exóticos como monos, lagartijas, lagartos, iguanas, serpientes, leones y otros felinos grandes, puercoespines, camaleones, tarántulas y otros insectos, o cualquiera que en realidad no sea un animal de trabajo o de compañía. Esto porque creo que sólo sufren al no estar en su hábitat natural. Piénsenlo, este último grupo de animales no “hacen gracias”, ni “conviven” naturalmente con los humanos… ¿entonces para qué tenerlos en casa?
En el caso concreto de nuestra familia, las lecciones más importantes de tener a Naima son:
- Requiere amor y compromiso porque es parte de nuestra familia.
- Requiere su propio espacio para dormir o comer. No hay que molestarlo, ni lastimarlo.
- Requiere de amor y cuidados, como el baño semanal, las vacunas periódicas, desparasitación o el corte de uñas.
- Requiere de salir al baño varias veces al día y aprovechar para correr un poco para hacer ejercicio y estar sano. –Y aquí entra otra responsabilidad del amo: levantar las cacas con una bolsita, misma que mi hijo ayuda a llevar cuando vamos al jardín o al parque–.
- Es feliz con una pelota, así que puede ser la compañía más linda cuando él no tenga con quién jugar.
Con sus debidos cuidados y precauciones, casi cualquier perrito o gatito serán un excelente aliado en la educación de nuestros hijos, y sin duda además, una fuente inagotable de diversión y amor.