Cuando nació Julián, mi primer hijo, ya estaba todo más que listo para recibirlo. Con mucha anticipación tenía su cuarto completo, además de todo tipo de cosas artículos para bebé como: carreola, portabebé, canguro, botellas, chupones, tina de baño, shampoos, cremas, cobijas tejidas, cobijas ligeritas, corral, columpio, pañalera…¡y lo que puedan imaginarse y sumarle a la lista de registro de regalos! (incluyendo el calentador de toallitas húmedas para que no pasara ningún frío).
Sí, piensen en cualquier cosa que juraron nunca comprar o necesitar para sus hijos; y nada, yo caí en la mercadotecnia. Juliancito lo tenía todo. Que si el baby shower de mis amigas de Mexicali, las de Tijuana, de mi mamá, de mi suegra, de la oficina; las fiestas para darle la bienvenida parecían no terminar. Afortunadamente ha sido un niño sumamente querido y por lo mismo, cuando decidió llegar a conocer a todas sus tías, este mundo ya estaba preparado para hacerlo, ¡llegó con torta bajo el brazo!
Estoy a tres semanas (si es que no se adelanta) de conocer a Loreta, mi segunda hija, y siento que me falta todo. Cada que veo a alguien y me pregunta: “¿Ya tienes todo listo?” Quisiera contestar que sí, pero la realidad es que siento que no tengo nada y hasta un poco de remordimiento me da.
Realmente, la lista de básicos para Loreta se resume en: pañales, toallitas húmedas, pijamas de recién nacida, sabanitas ligeritas para el calor, el moisés o corral para que duerma por las noches y ya. El resto, que ya estamos desempolvando y lavando, será reciclado de su hermano; probablemente sean algunas cosas azules, lo cual me tiene sin pendiente, y listo, ¡estamos completos para recibir a Loreta!
Eso sí, los moños y banditas para la cabeza ya están en producción para que salga bella, bella, del hospital. ¿Y si me falta algo? Corremos a la tienda de bebés o al supermercado. Mientras tenga ropa para dormir cómoda, la leche de su madre y pañales, que llegue cuando quiera.
Loreta: ¡te estamos esperando y creo que ya estamos listos!