El año pasado fue la primera Navidad de Martín, tenía siete meses y creo que le pasó de noche. Nosotros habíamos llegado de un viaje y ya ni siquiera pusimos arbolito o adornos de ningún tipo. Pasamos la Nochebuena con mi familia y ahí estuvo mi hijo, en la posada, en las fotos con los primitos y en el árbol. Todo eso fue solo para el recuerdo porque apenas este año está comenzando a entender que algo pasa y que son días especiales.
Te sugiero reunirte con tu familia y decorar cada rincón de tu hogar con estas deliciosas esferas navideñas.
Nosotros somos una familia bastante laica, digamos que de origen somos católicos, aunque hoy por hoy, poco creyentes y nada practicantes. Entonces, ¿cómo explicar el verdadero significado de la Navidad a nuestro hijo? Ahora todavía es muy pequeñito, sin embargo, sí lo hemos pensado para los años venideros y creemos que la respuesta está en que son fechas especiales para estar con la familia, para ser generosos con los demás y para hacer una reflexión que permita iniciar el año nuevo.
Desde hace muchos años, quince tal vez, hago distintas colectas y donaciones a casas hogar en beneficio de personas de escasos recursos o que viven en la calle. Lo que más me gustaría transmitirle a mi hijo y que no tiene necesariamente que ver con la religión, es el verdadero significado de la Navidad: ser conscientes de las carencias de los demás, ver la fortuna en nuestras vidas y compartirla. De eso se trata la Navidad… No tanto de “dar por dar” o de “regalar” cosas caras, sino de “compartir” lo que uno tiene o sabe hacer: unas galletas, una mermelada, ropa usada en buen estado, juguetes o cobertores que ya no usamos. La diferencia que podemos hacer en la vida de alguien más es infinita.
Esta es una pequeña reflexión que va más allá del nacimiento de Cristo Jesús y que será la base para que nosotros, en el futuro, celebremos estas fiestas desde una perspectiva no religiosa, pero igualmente festiva, humana y compasiva.