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Es posible que muchos niños con problemas de conducta, tengan un temperamento difícil. Niños que por naturaleza presentan reacciones difíciles de aceptar. Por ejemplo: los niños que son irritables, los que difícilmente se adaptan ante cambios, los que tienen umbrales sensoriales frágiles, los que presentan un exceso de actividad o los que son menos sociables de lo normal para su edad.
Tener un bebé con un temperamento difícil puede resultar muy agotador y retador para los padres. Por esta razón es probable que estos padres se concentren más en corregir las actitudes de su hijo, que en desarrollar sus potenciales.
Cuando los papás se desconciertan ante estas manifestaciones, se sienten responsables, como si ellos o su crianza fueran el origen de este temperamento. Y esto, normalmente, solo conduce a un círculo vicioso muy negativo, donde existe una fuga de energía afectiva entre los padres y el bebé, lo que evita el desarrollo de sus inteligencias. Sin embargo, no debemos olvidar que el temperamento de los bebés se construye como una respuesta a los estímulos ambientales, pero que también existe el factor genético.
Los bebés con este tipo de temperamento tienen una sensibilidad especial y su principal necesidad es ser aceptados “tal como son”, para poder ser conducidos con paciencia y amor.
Los padres antes que nada deben lograr la aceptación del temperamento de su bebé. Es obvio que aceptar que un hijo tiene un temperamento difícil se convierte en un reto mayor de crianza. Sin embargo, una vez aceptado y entendido el temperamento, pueden concentrar sus energías en lograr actividades placenteras que permitan un buen acoplamiento y diálogo con su hijo. De esta manera se pueden evitar muchos problemas de conducta en niños.
Los bebés con temperamento difícil necesitan la misma o más cantidad de amor y disciplina que cualquier otro niño. Necesitan aceptación, paciencia, guía y reconocimiento. De esta manera, podrán crecer como seres humanos felices y probablemente, con un gran desarrollo de sus múltiples inteligencias.
