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A lo largo de nuestras vidas, las personas nos enfrentamos a diferentes pérdidas. Estas pueden ser: la muerte de algún ser querido, la separación de algún miembro de la familia, o atravesar por algún cambio drástico en nuestro estilo de vida. A diferencia de lo que muchos pueden creer, hablar de estas pérdidas con naturalidad facilita la aceptación y comprensión de las mismas; especialmente cuando se trata de un proceso de duelo en niños.
Para los niños, las pérdidas también pueden ser: cambiarse de escuela, mudarse de ciudad, vivir la separación de sus padres, o perder a una mascota o a alguien cercano.
Los niños merecen un proceso de duelo, al cual deben enfrentarse de acuerdo a su edad y a su personalidad.
Es importante recalcar que cuando se presenta una pérdida, el dolor y la tristeza son sentimientos normales y comunes. Sin embargo, muchas veces sucede que a los niños no se les permite experimentarlos para que “no sufran”. El problema es que al evitar que los niños vivan una pérdida y que atraviesen por el dolor natural de cualquier duelo, se pueden generar fantasías negativas o miedos en torno a la tristeza y al dolor.
Si quieres conocer algunos tips para enseñar a tu bebé la expresión de sentimientos y emociones, lee este artículo.
Nosotros lo que te sugerimos es que en lugar de evitar el tema, acompañes a tu hijo cuando se enfrente a una pérdida. Si estás con él y le brindas tu confianza, podrá compartirte cómo se siente y exteriorizar todas sus dudas. De este modo, él comprenderá mejor la situación que está viviendo y aceptará que se trata de un proceso natural. La honestidad es un factor fundamental a la hora de hablar sobre una pérdida. Te recomendamos explicarle a tu hijo la situación por la que está atravesando con un vocabulario de acuerdo a su edad, sin mentirle, ni ocultarle nada. Además, debes permitirle hacer todo tipo de preguntas, las cuales debes responder con tacto y seriedad.
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Cuando le hables a tu hijo sobre la muerte, te recomendamos evitar eufemismos como: “está dormido”, ya que puede generar en él cierto miedo a dormir y no despertar. Mejor explícale con ejemplos del ciclo natural de la vida, por ejemplo: utiliza las plantas. Cuéntale cómo ellas nacen, tienen flores, crecen y después de un tiempo se secan. También menciónale que hay plantas que viven más que otras, por ejemplo: los árboles viven más que las flores. Trata de que entienda que pasa lo mismo con las personas y los animales (sus mascotas).
Por último, recuerda que si tú compartes con tus hijos lo que sientes, esto favorece a que ellos puedan identificar las emociones por las que atraviesan ante ciertos eventos, como el duelo. Si tú comprendes y exteriorizas que las pérdidas son situaciones naturales y hay que aprender a vivir con ellas, tus hijos podrán hacer lo mismo.
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Por la psicóloga Sofía Campos Ugalde, de Sohma.
Referencia: Elizabeth Kubler Ross, Sobre el duelo y el dolor, Editorial Luciérnaga (2006).
