¿Eres mamá de tiempo completo? ¡Yo también! Aquí te cuento mi historia…
Cuando tenía unos 27 años tomé la decisión de no tener hijos, porque me parecía que todo el cuento de “la familia” solía ser una farsa y no me sentía con ganas ni paciencia para tener un bebé. Poquito después, comencé a trabajar para el gobierno de mi país en una serie de encargos muy demandantes en horario y estilo de vida, pero con un buen sueldo para mi edad, así que pasé ahí los siguientes cinco años y fue un trabajo “soñado” en mucho aspectos. Aunque parezca de locos, todos los días disfrutaba estar en la oficina a las 6 de la mañana y salir cerca de las 11 de la noche, con épocas más relajadas y otras aún peores; ese era mi horario en tacones (la mayor parte de las veces).
Te recomendamos leer: “Antes de ser mamá – Viviendo mis sueños”
Más o menos a la mitad de ese periodo, conocí a alguien, me enamoré y pensé que tal vez no sería mala idea tener hijos. Con el tiempo, (y probablemente el reloj haciendo tic-tac) la idea se fue haciendo cada vez más fuerte en mi cabeza. Al final nos separamos y yo seguí mi camino, soltera y sin hijos, pensando en que, probablemente si llegaba soltera a los 35 y no tenía ningún prospecto de padre, me quedaría así, pues no quería ser “una mamá vieja”. Y como casi nada en la vida sale exactamente como uno planea, tiempo después ¡supe que estaba embarazada!
También te puede interesar: “Los roles de la mujer: Buscando el equilibrio”
Enfrenté la realidad contenta, pero también con muchos miedos. Mi ahora esposo y yo, decidimos vivir juntos aunque apenas nos conocíamos, hacer formal nuestra relación y ver cómo salían las cosas, poniendo por encima de todo, nuestro amor, admiración y consideración por el otro y por nuestro bebé. Nueve meses después, nació Martín.
Si debes regresar al trabajo, te recomendamos leer el siguiente artículo para elegir la mejor opción para el cuidado de tu bebé.
Admiro muchísimo a las mujeres que deciden trabajar después de tener hijos, o que tienen condiciones que las obligan a hacerlo. Sin embargo, yo no me arrepiento de haber cambiado mis tacones por unos “flats” y me siento profundamente agradecida con mi pareja y con la vida, por tener la oportunidad de quedarme en casa como mamá de tiempo completo: ¡soy feliz!