¿Sabías qué? No solo es importante lo que le dices a tu hijo, sino cómo lo dices.
Si tu hijo tiene entre 2 y 7 años de edad, probablemente alguna vez te haya llevado la contra. Sobre todo si te interrumpe y hace lo opuesto a lo que le dices, o analiza lo que le dices y cómo se lo dices. Por ello, el día de hoy te traigo algunos tips muy sencillos que pueden hacer la diferencia cuando le hables:
- Cuando le pidas algo, hazlo de modo claro y directo. Por ejemplo: “Por favor deja de golpear la mesa”, ya que así no está abierto a opciones ni confusiones; en lugar de: “Podrías, en algún momento, dejar de estar golpeando la mesa”, porque se presta a que crea que le estás dando la opción para que él elija, o a que estás siendo sarcástico o burlón, lo cual fomenta la oposición.
- Felicítalo en el momento que haga algo bien. Por ejemplo: “¡Qué padre te salió tu trabajo!”, o “¡Qué limpio te quedó tu cuarto, qué bueno que ordenaste!”, así de sencillo. Te recomiendo que NO hagas grandes manifestaciones, como: “¡Eres buenísimo limpiando!”, o “¡Eres el mejor hermano!”, pues estas son una enorme presión para lograr más y más de una forma no real, por lo que llevan a la frustración y oposición.
- Pídele que reflexione sobre lo que hizo y dale el espacio para ello cuando cometa un acto destructivo o de rebeldía de manera intencional. Deberás hacerlo calmadamente, y no a manera de castigo.
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- No uses el castigo, miedo, manipulaciones ni amenazas. Tampoco trates de avergonzarlo o hacerlo sentir culpable. Así aumentarás las conductas de oposición y de mentiras.
- No trates de ser perfecto. Mejor, muéstrale que eres humano y cometes errores, que los aceptas y que aprendes de ellos.
- Evita criticar a tu hijo. Si se equivoca, simplemente señálale cómo puede hacer de otra manera las cosas. Los comentarios negativos aíslan y causan enojo, por lo que generalmente no mejoran conductas.
- Platica con tu hijo acerca de emociones. Por ejemplo: “estoy feliz”, “estoy triste”, “¿tú cómo te sientes hoy?”, dándole así espacio para reflexionar, expresarse y conocerse.
- Escucha y respeta a tu hijo, no trates de imponer. Eres su mamá/papá, no su capataz.
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Este tipo de interacciones fortalecen el lazo entre padres e hijos, ya que no tratan las situaciones como problemas o desórdenes, sino como conductas específicas que se pueden mejorar. Al darle una guía clara y directa a tu hijo de lo que esperas de él, estás abriendo una puerta para la comunicación sin necesidad de regaños, enojos y frustraciones. Para lograr estos cambios, la clave es la constancia. Una vez que empieces a practicar este tipo de lenguaje en todas las ocasiones, y lo hagas de manera calmada, tierna y directa, ¡es muy probable que logres los resultados esperados y que estos se mantengan!
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Fuente: Programa “Terapia de Interacción Padres-Hijos” diseñado para corregir conductas rebeldes en niños entre 2 y 7 años, Kadzin, A.E. y Weisz, J.R.