Los bebés recién nacidos utilizan el llanto para comunicar sus necesidades físicas o emocionales. Por ello, durante el primer año de vida de tu bebé, tu función como mamá será ser capaz de observar, interpretar y responder a la comunicación de tu bebé y así establecer un vínculo seguro.
Aproximadamente, a partir del mes 8 o 9 podrás observar que tu bebé no solo utiliza el llanto para expresar su necesidad de comer o de cariño. Ahora, tu bebé está empezando a practicar las temidas rabietas o berrinches. Algunos ejemplos de estas conductas pueden ser: que tu bebé señale un objeto específico y enfurezca si no se lo alcanza el adulto más cercano, o que rompa en llanto cuando le quitas un objeto picudo que él con gusto estaba explorando. Es importante que sepas que estas conductas nos hablan de un gran brinco cognitivo: ¡Tu bebé ahora tiene deseos! Su lenguaje (llanto) ya no solo lo utiliza para expresar necesidades, sino también deseos. Ahora sabe y de alguna manera te hará entender que quiere el plátano que está detrás de ti.
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Estos deseos, que muchas veces no podrás cumplirle a tu bebé por diversas razones, te llevarán a la necesidad de establecer los primeros límites. Durante los primeros tres años, los límites deben existir en función de la seguridad y la salud de tu bebé, y de las personas que lo rodean. Es decir que estos no deben buscar (todavía) enseñar modales, obediencia o reglas sociales. Algunos ejemplos de los límites que tendrás que establecer son: que duerma lo suficiente, que coma sano, y que acaricie en vez de pegar; ya que estas son finalmente formas de buscar la seguridad física y emocional de todos. Así, aunque se resista al cambio de pañal, quiera que leas el mismo cuento una y otra vez antes de dormir o desee solo comer cereal, es tu función limitarlo con respeto y cariño.
Algunos consejos para iniciar en este viaje de los límites para los berrinches
- Recuerda que aunque tu bebé tiene deseos, desconoce por completo las reglas del mundo y le es muy frustrante que lo limiten cuando aún no tiene la experiencia, la madurez, ni los conocimientos para entender el porqué de los límites. Si tira la comida al piso es porque es un experimento fascinante sobre la ley de gravedad, no porque esté desperdiciando. Si se resiste a que le cambies el pañal es porque no le gusta estar restringido y aún no sabe que el pañal sucio tiene como resultado el dolor de las rozaduras. Ante esto, solo queda empezar a explicarle a tu bebé, brevemente y con paciencia. Ten en cuenta que tendrás que esperar a que, poco a poco, tu hijo vaya comprendiendo e integrando estas reglas y normas a su vida diaria.
- Crea en tu casa un ambiente seguro para que tu bebé pueda explorar con confianza y libertad. La parte del cerebro que se encarga del autocontrol aún no se desarrolla, así que tocar el jarrón prohibido no es un acto de desobediencia sino que viene de su impulso de explorar.
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- Intenta poner la menor cantidad de límites. Recuerda que entre el año y los 3 años de tu bebé, a mayor libertad habrá menor rebeldía.
- A veces, a partir de que el bebé empieza a caminar, su vida parece llenarse de la palabra “NO”, y para él es muy frustrante. Busca limitarla y sustituirla por lo que “SÍ” puede hacer tu pequeño. Por ejemplo, pídele: “Mejor juega con la pelota” en vez de decirle “NO juegues con el florero”, o invítalo a que meta la comida en su boca en vez de decirle que NO la tire al suelo.
- Durante los primeros tres años de vida, la comunicación de tu bebé depende en buena medida del lenguaje no verbal (gestos, señas, movimientos). Para lograr que escuche y entienda los límites que le estás poniendo, utiliza un lenguaje corto, claro y sobre todo apoyado de señales y movimientos.
- Utiliza el juego y el entusiasmo cuando te enfrentes a la resistencia. Haz sonidos de animales mientras le lavas los dientes o haz que sus calcetines hablen cuando lo estés vistiendo. Permite que ambos disfruten mucho más de las rutinas, de manera que no se resista a seguirlas.
- Cuando tu bebé llore o se enoje ante un límite, busca ser empática con sus sentimientos, pero mantente firme. Es decir, reconoce que el enojo de tu bebé se debe a que se acabó su turno en el columpio, y permite que aprenda a reconocer y nombrar sus sentimientos “¿Estás enojado verdad?, entiendo, también me gustaría quedarme más tiempo, pero ya no puedes seguir jugando porque tenemos que irnos.” Hazle saber que aunque lo cuidas con límites, estás de su lado. Si lo acompañas mientras llora, le va a ser más fácil aprender sobre los límites y reglas del mundo.
- Si cuando tu bebé llora (porque le pusiste un límite) pide tu atención o cariño, tú sigue respondiendo de manera constante. Es importante que recuerdes que la búsqueda de apego es todavía una necesidad, y no tanto un deseo.
Por último, disfruta del “viaje”. Tu hijo se está convirtiendo en una maravillosa personita y pronto hasta extrañarás esta etapa.