Cuando mamá y bebé se miran a los ojos, sus cerebros se conectan y liberan las mismas hormonas que cuando nos enamoramos: oxitocinas y endorfinas.

Cuando se miran, mamá se enamora de su hijo, siente la necesidad de estar cerca de él, de cuidarlo y de alimentarlo. Además se hace hipersensible a los llantos y al aroma de su hijo; se concentra plenamente en él.

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Por otro lado, el bebé disminuye el estrés que podría sentir al encontrarse en un mundo nuevo. Esto lo relaja y le sirve para que pueda controlar sus emociones y su comportamiento. Y lo más importante: ayuda al bebé a reconocer a su madre, y a saber que está ahí para protegerlo.

Además, la mirada es un método de prevención de violencia, ya que es la base para conocer a este nuevo ser. Un niño mirado, acariciado, escuchado y atendido se comunica mejor con sus padres, desarrolla mayor autoestima, seguridad en si mismo y puede autorregularse, es decir que es un ser humano capaz de controlar sus impulsos. De igual manera, aprende a reconocer, controlar y expresar sus emociones; y a nivel cognitivo, puede concentrarse y recordar mejor.

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Te invitamos a que tú y tu bebé compartan una mirada llena de amor. No te imaginas todo lo que esta puede hacer para fortalecer el vínculo afectivo y la empatía entre ustedes dos.¡Invita a toda la familia a que haga lo mismo!

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El encuentro del bebé con los libros es más valioso y enriquecedor cuando su motivación es el simple placer de leer, a diferencia de cuando se le obliga. Es decir, que le den ganas de compartir un rato de lectura con alguien cercano, ejercitar su imaginación, escuchar la voz de mamá y pasar un buen momento.

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Te recomendamos que cuando le narres cuentos a tu bebé, seas muy expresiva. Esto debido a que su hemisferio derecho domina en su funcionamiento cotidiano, por lo que captarás su atención con mayor facilidad si cambias los tonos de voz, haces muchos gestos y te inventas las voces de los personajes, ¡incluso puedes disfrazarte! En fin, ¡haz todo lo que tu imaginación te invite a hacer para divertirte con tu pequeño!

No te preocupes si tu bebé es muy pequeño y te llegas a preguntar: “¿para qué leo el cuento, si mi bebé está gateando por la habitación y no me hace caso?”. Recuerda que los bebés pueden poner atención a varias actividades simultáneamente, y si tú continúas leyendo, puede ser que existan momentos en los que él se acerque, vea alguna imagen que le guste y vuelva a alejarse. Lo importante es que sigan compartiendo momentos mágicos a través de la lectura. Esto a la larga le generará el gusto por la lectura, lo cual será muy valioso a lo largo de su vida.

Te recomendamos leer aquí la experiencia de una de nuestras mamás-bloggeras, sobre la lectura, una de las cosas que ha fortalecido el vínculo afectivo con su hijo.

• Procesos cognitivos: necesarios para aprender algo nuevo.
• Comportamientos socioemocionales: necesarios para soportar el retardo de las gratificaciones y la habilidad para autocontrolarse.

El desarrollo de las funciones ejecutivas tiene sus bases en los primeros años de vida, aunque emergen hacia finales de la infancia y se terminan de desarrollar por completo hasta los 25 años.

Como se mencionó antes, se necesita el autocontrol para lograr la autorregulación, ¿para qué? para detener un comportamiento en el momento oportuno. Por ejemplo, evita que tu hijo haga un berrinche cuando está enojado. Esta capacidad se basa en resistirse a una fuerte inclinación por hacer algo, y en su lugar, optar por lo que es más adecuado o lo que es necesario.

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Sin embargo, la autorregulación no se limita a cuestiones socioemocionales como el autocontrol, sino que también abarca el área cognitiva como las habilidades de recordar y poner atención. Estas habilidades le permiten a tu hijo reflexionar sobre las estrategias que usará para resolver un problema, así como para prever la efectividad que tendrán esas estrategias. Además, estas habilidades son fundamentales para identificar relaciones entre las cosas y son la esencia de la creatividad.

Los niños con buenas funciones ejecutivas tienen destrezas emocionales, sociales y morales fuertes y tienden a ser muy sanos y a tener éxito a lo largo de su la vida, ya que estas permiten planear, razonar, prestar atención y realizar múltiples tareas necesarias en la vida cotidiana.

El desarrollo de las funciones ejecutivas es un proceso largo. Sin embargo, hay dos ventanas de oportunidad especiales: de los 0 a los 5 años y durante la adolescencia. El desarrollo de estas funciones empieza desde una estructura externa, es decir, mediante la guía y el ejemplo: puedes enseñarle a tu bebé que ante los problemas tienes autocontrol y estrategias para resolverlos, en lugar de explotar o hacer un berrinche. Y es mediante la práctica acompañada y la repetición que se va internalizando. Por eso es importante que seas constante y coherente en tu propio comportamiento.

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El cerebro del ser humano se divide en dos hemisferios: el izquierdo y el derecho. Cada uno se encarga de llevar a cabo funciones específicas, que a su vez se complementan. A continuación te lo explicamos de una manera más clara:

• El izquierdo. Principalmente representa y comprende las palabras, las secuencias y el pensamiento lógico. En fin, es el encargado de todo lo consciente.
• El derecho. Se encarga de lo no verbal, de las emociones y de lo visoespacial. Además, es el encargado de la visión de conjunto, de la ensoñación y de lo inconsciente. Para conocer más acerca del desarrollo emocional de tu bebé, da clic aquí.

En un niño pequeño, hay un dominio del hemisferio derecho en su funcionamiento cotidiano. Es decir que está mucho más conectado con las miradas, el lenguaje corporal, los signos afectivos, las formas y las texturas. Por este motivo, para un bebé, las palabras, además de servir para la comunicación hablada, son estímulos sonoros, auditivos y musicales. Asimismo, representan la manera en que ellos pueden entender una intencionalidad afectiva.

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Dicho lo anterior, tus palabras, gestos y tono de voz, deben ser congruentes entre si. Por ejemplo: tu mirada serena, tu sonrisa y tu tono de voz cálido, le hablarán de tu amor por él. En cambio, cuando debas poner un límite, debe ser de manera clara y firme, sin reírte y cuidando que siempre te sienta cerca.

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Con el tiempo, tu bebé le asignará un significado a las palabras y las irá representando mentalmente de acuerdo a sus experiencias más importantes. Por lo general, estas tienen lugar en los momentos de juego.

Te recomendamos aprovechar esta etapa en la que la comunicación tendrá un énfasis más emocional, para que le enseñes a tu bebé a expresar correctamente todos sus sentimientos. ¡Disfruta de la conexión emocional con tu bebé!

La interacción con otras personas les permite a los niños pequeños desarrollar empatía y habilidades sociales. También les ayuda a adquirir herramientas para la resolución de conflictos, entre muchos otros aprendizajes.

Cuando un bebé se enfrenta a un evento que lo estresa, su respuesta ante el estrés dependerá de las experiencias que tuvo en su sistema de relaciones. Cuando una red de relaciones (conformada por todas las personas cercanas al bebé) es saludable, esta favorece a que se generen ambientes sanadores y facilita la resiliencia, es decir, la capacidad de superar circunstancias traumáticas.

Desafortunadamente, el ritmo de vida actual favorece que se pase gran parte del tiempo frente a computadoras, televisores, celulares y otros aparatos que perjudican la interacción directa con otras personas. Esta falta de interacción nos ha convertido en una cultura fragmentada y sin ritmo, y ha reducido considerablemente nuestro poder de resiliencia. Asimismo, ha disminuido nuestro sentido de empatía y de regulación. Por este motivo, te recomendamos que cuando estés con tu bebé trates de evitar el uso de dispositivos tecnológicos y te concentres en atenderlo y disfrutarlo.

El doctor Bruce Perry habla de 6 elementos claves para que la interacción humana tenga efectos en el desarrollo cerebral:

1. Relaciones: Se refiere al poder que ejerce la conexión entre las personas al relacionarnos de manera genuina.
2. Relevancia: Se refiere a la pertinencia de las actividades y/o conceptos, tanto para la edad, como para el momento de desarrollo. Es decir que las actividades y conceptos que tu bebé comparta con otras personas, tengan relevancia de acuerdo a su edad.
3. Repetición: Es el patrón que se crea a nivel cerebral tras repetir varias veces una misma acción. Por ejemplo, cuando tu bebé realiza por un periodo la misma actividad.
4. Risa: Cuando las actividades son placenteras, las personas se vinculan entre si, se crea confianza, y sincronizan su interacción.
5. Ritmo: Los seres humanos somos rítmicos. Hay ciclos en todo: el día y la noche, el mar, la luna, las plantas y el sueño. Cuando el ritmo de la casa es predecible, el cerebro puede anticipar lo que va a suceder y esto le ayuda a tu bebé a regularse y organizarse. Cuando el bebé está en el útero, escucha y siente al corazón de mamá; en ese momento el feto no tiene frío, ni hambre, y esto se asocia con la sensación de estar a salvo. Esto hace que las interacciones rítmicas sean tranquilizantes y permitan recuperar el equilibrio.
6. Respeto: Es básico adecuarse al carácter de cada niño, respetar sus procesos y acompañarlo.

Ahora ya sabes cómo es que la interacción humana se relaciona con el desarrollo del cerebro de tu bebé. Crea ambientes propicios para la interacción con otras personas en la rutina de tu bebé ¡y disfruta cada momento a su lado!

Jugar con tu bebé se puede convertir en una de las actividades más placenteras del día de ambos.

A continuación te hablaremos de los diferentes tipos de juegos para niños pequeños:

Juego mamá es la base

En este tipo de juego, la mamá es la persona ideal para invitar a su bebé a jugar, lo único que necesita es querer divertirse y usar su propio cuerpo.

Desde las primeras semanas de vida, mamá puede hacer gestos y observar la respuesta de su hijo. Por ejemplo: ella puede hacer figuras con sus manos, esconderse detrás de sus manos, hacerle cosquillas a su bebé con el cabello y cualquier otra cosa que se le ocurra.

Estos juegos, muy sencillos, fortalecen el lazo afectivo, ayudan a que mamá e hijo se conozcan, además de que liberan hormonas que los relajan y enamoran. En fin, los recursos son muchos y los beneficios ¡invaluables!

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Juego estructurado

Es aquel en el que hay reglas concretas que dirigen la actividad; por ejemplo: juegos de memoria, armar un rompecabezas o “las traes”. Estos juegos son positivos, ya que los niños aprenden a respetar normas, compartir experiencias y a colaborar con otras personas. Además de que aprenden a perder, a equivocarse y a pensar en estrategias para conseguir el objetivo del juego.

Juego libre

El juego libre es aquel libre de reglas preconcebidas, es decir, que carece de estructura clara. Este juego favorece la imaginación, la fantasía y la creatividad. El niño hace con los objetos a su alcance lo que él decida, creando una actividad innovadora. Por ejemplo: viajar al espacio, creando una nave espacial con cosas de la cocina o haciendo un castillo con cajas de cartón.

Juego heurístico y cesto del tesoro

El cesto del tesoro es una propuesta de juego para bebés a partir de los 6 meses (o cuando son capaces de sentarse). Este tipo de juego respeta el ritmo y estilo de aprendizaje de cada niño, y favorece el fortalecimiento de todas sus áreas de desarrollo.

Dos aspectos básicos en el cesto del tesoro son: la curiosidad del bebé y la presencia de un adulto cercano. El bebé explora, experimenta y elabora una hipótesis sobre los objetos que tiene al alcance. Todo esto en un ambiente contenido por la mirada y el acompañamiento de mamá.

El juego se lleva a cabo de la siguiente manera: se sienta al bebé y se le da un cesto con objetos de diferentes materiales y texturas (madera, metal, alguna fruta, entre otros).  Estos no deben ser juguetes, sino objetos que se usan en la vida diaria. Entonces, se permite que el bebé explore y manipule cada uno a través de sus sentidos y el movimiento. La finalidad de este juego es la exploración y que descubra para qué sirven los objetos.

El juego heurístico es un enfoque que enriquece el desarrollo de los niños(as) a partir del primer año (o cuando ya caminan). Promueve que exploren y descubran por si mismos el mundo que los rodea. Es una actividad espontánea que parte de la curiosidad.

Este tipo de juego se lleva a cabo de la siguiente manera: después de que el bebé ha jugado en varias ocasiones al “cesto del tesoro”, se le vuelve a dar un contenedor con diversos objetos. Ahora deberá intentar clasificarlos en diferentes contenedores, desplazándose caminando del cesto hacia los contenedores para depositarlos ahí. La finalidad de este juego es que empiece a desarrollar la capacidad para clasificar los objetos que le rodean y afine su motricidad gruesa.

Juego simbólico

El juego simbólico es jugar a “como si”. Este tipo de juegos comienza a manifestarse entre los 10 y 12 meses de edad con acciones muy sencillas en las que el bebé representa pequeñas fracciones de su vida cotidiana, por ejemplo: limpiar con un trapo, dormir a su muñeco o hablar por teléfono.

Poco a poco, su juego se hace cada vez más complejo, pasando de representar una escena a varias escenas; también se va volviendo más abstracto. Al principio imita a una persona, por ejemplo: juega a “ser como mamá”, pero después “es una mamá no específica” que va al supermercado o que recoge a sus hijos de la escuela. Y si juega a que está comiendo, necesita la cuchara para “comer”; más adelante jugará a que come sin necesitar la cuchara física.

Aprovecha los momentos de juego para conocer a tu bebé y vincularte con él, ¡te sorprenderás de las cosas maravillosas que pueden llegar a hacer!

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Si quieres conocer más sobre los juegos que puedes hacer con tu bebé, da clic aquí, y aquí para conocerlos según el tipo de inteligencia que desarrollan.